LA PROSECIÓN
Ponte ya, María,
el babero nuevo
que vamos a dir
p’arriba pal pueblo.
Repican campanas,
estrumpen cohetes
y toa la plaza
s’enllena de gente.
Los hombres se ponen
en carrefilera
pos ya va saliendo
la cruz de la iglesia.
Las mujeres cantan
coplinas mu tiernas,
coplas qu’aprendieron
de las sus agüelas.
Pola ca la Plaza
ya van ahilando
una detrás d’otra
las cruces de mayo.
Que no es pa contalo,
qu’esto ties que velo;
asín qu’hora mesmo
cogemos el pendingue
y no vamos pal pueblo.
Van a lo primero
las chiquinininas,
aluego las grandes;
y al final de to
la cruz más bonita
y más presumía,
pos tengo pa mí
que los forasteros
le tienen envidia.
Y no es para menos
qu’hasta el mesmo sol
se quea clisao
al vela pasar
entre los hermanos.
En dispués le siguen
las hartoriades
y los señoritos,
tos mu abotonaos
y «todosss» mu pinchos
con sus trajes nuevos
y sus crucifijos.
Asín qu’espabila,
que ya te lo he dicho:
Que más que pa velo
esto es pa vivilo.
Y endilga’l zagal
qu’hoy nos vamos tos
p’arriba pal pueblo,
a la proseción.
Y va se mester
que l’hagas hermano,
hermano la cruz,
a este muchacho,
qu’el que no lo es
o no es buen corito,
o no es buen cristiano.
Qu’anque tú de Feria
no tengas ni un bago,
yo a m’hijo lo quiero,
queátelo grabao:
CORITO y HERMANO.
J.J. B.L.