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Alrededores del castillo de Feria  (Galería de Bruxtx)

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Ribera del Guadajira (Galería de Bruxtx)

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Feria y su castillo (óleo) Teodoro García Noriega.

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Feria (acuarela) Teodoro García Noriega

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Los Portales Antonio Luengo Noriega

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Encina del camino Antonio Luengo Noriega

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LAUDA SEPULCRAL ITALIANA DE D. LORENZO SUAREZ DE FIGUEROA.

BRONCE. PRINCIPIOS DEL SIGLO XVI. CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE BADAJOZ

Lorenzo Suárez de Figueroa y Mendoza fue embajador de los Reyes Católicos en Venecia hasta que falleció el 2 de mayo de 1506. Casado en Badajoz en 1481 con  doña Isabel de Aguilar, de la familia de los Sánchez de Badajoz, no tuvo descendencia con su esposa. Tuvo, sin embargo, don Lorenzo un hijo que le sucedió en la embajada de Venecia: Gonzalo Ruiz de Figueroa, que también solía llamarse Gonzalo Ruiz de la Vega, hijo éste, según declara don Lorenzo en su testamento, de su amante vallisoletana doña Isabel Enríquez. Tuvo, además, una hija natural: Doña Leonor Laso de la Vega y Figueroa.

En 1974, en la Revista de Estudios Extremeños, tomo XXX, núm. III, pag. 503, don Alfonso de Figueroa y Melgar, Duque de Tovar, persona bien documentada en el Archivo de la Casa de Medinaceli, de Sevilla, nos dice: «Razón tenía la pobre de doña Isabel de Aguilar, pues además de dejarla abandonada, no tuvo con ella, pero sí en su bella amante Isabel Enríquez, una hembra, doña Leonor de la Vega, Fundadora y Abadesa del convento de Santa Ana, de Badajoz, fallecida en 1558, y Gonzalo Ruiz de Figueroa, también llamado Gonzalo Ruiz de la Vega…». (Historia del Real Monasterio de Santa Ana, Sor María Celina Sosa Monsalve. Badajoz, 1995).

Lo cierto es que  D. Lorenzo fue sepultado en Venecia y nunca utilizó su lápida sepulcral y su esposa, Dª  Isabel de Aguilar, que se había quedado sola, abandonada en Badajoz, quedó dicho en su testamento de 1519 lo siguiente: «Dentro de la capilla en que yo estuviere no se entierre otra persona sino la mía, pues es justo que quien tan sola fue en la vida no tenga compañía en la muerte». Está enterrada en el Real Monasterio de Santa Ana.

En la parte inferior, la lauda de D. Lorenzo Suárez de Figueroa y Mendoza y esposa tiene una inscripción, al parecer, redactada por el propio D. Lorenzo, que dice así:  «Sepulcro de Lorenço Suarez de Figueroa y de Mendoça con doña Isabel de Agvilar su mvjer. Este en la juventud hizo según la edad y en las armas vso lo que convenia. Fue hecho después del Consejo de svs altezas y enviado embaxador diversas veces. Asi confromo el exercicio con los años y dexa para despues esta memoria: lo que del mas sucediere dígalo su sucesor».

Como el monumento nunca se utilizó, se desmontó el sepulcro y la lápida pasó a la Catedral de Badajoz, donde se puede contemplar en su claustro.

La profesora Schulz comentaba que era una lápida de un millonario del siglo XVI, que pocos se podían permitir esta obra en bronce de esa calidad.

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SOR ANA DE LA CRUZ PONCE DE LEÓN

Ana Ponce de León, Hija del I Duque de Arcos de la Frontera, casada a los 14 años de edad (1541), con el cuarto Conde de Feria, Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, hijo de la Marquesa de Priego y primogénito y heredero de la Casa de Aguilar. Viuda desde 1552, Ana de la Cruz tomó el hábito de monja clarisa en el convento de Montilla, y orientada por el maestro Ávila, ejerció una vida religiosa ejemplar y con fama de santa murió en 1601.

→Vida de Doña Ana Ponce de León, Condesa de Feria.

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JANE DORMER (1538 – 1612) Duquesa de Feria

Dama, gran amiga y fiel seguidora de la reina Maria I Tudor. Casada con un noble español Gómez Suárez de Figueroa y de Córdoba, Duque de Feria. Hija de William Dormer y Mary Sidney. Retrato de Antonio Moro (1517-1576).

«Es muy hermosa, discreta, discretamente hermosa», palabras de Romeo que podrían describir a esta dama, probablemente inglesa, pintada por el flamenco Antonio Moro (Utrecht, 1517-Amberes, 1576). La belleza del retrato deriva tanto de su alegre colorido como de la personalidad de la joven. Destaca en primer lugar su elegante vestido, un corpiño o jubón negro acuchillado, decorado con broches y lacitos rojos y una camisa de seda de color anaranjado, igual que su cabello. Unos lazos rojos como los del traje le sirven de sencillo tocado. Su gesto es amable y lleno de carácter, si bien lo que más fascina al espectador es su mirada atenta, inteligente y un poco traviesa, como si quisiera hacernos sus cómplices. En el brazo izquierdo lleva una pulsera de flores naturales, interpretada de varias formas. Para aquellos que defienden que esta dama es Jane Dormer, la duquesa de Feria (siguiendo la identificación hecha en 1908 por un especialista que se basaba en otro retrato de la duquesa conservado en el Palacio del Pardo), serían flores con significado nupcial. Otros piensan que pudiera también tratarse de una cortesana, hipótesis de momento sin confirmación. Antonio Moro, el gran retratista del momento, se ocupó de pintar en 1554 a la propia reina de Inglaterra, María Tudor, para Felipe II.

En todo caso, ¿quién era Jane Dormer? En 1554 Felipe II llega a Londres para casarse con María Tudor acompañado de un gran séquito. Con él estaba don Gómez Suárez de Figueroa, señor de Zafra y duque de Feria, un destacado noble de la corte española. Durante su estancia en Londres, don Gómez quedó cautivado por la belleza de lady Jane Dormer, una dama de honor de la reina, y se promete con ella. María Tudor ve con buenos ojos el enlace pero retrasa la boda por el aprecio que le tiene a esta joven de tan sólo dieciséis años. A mediados de noviembre de 1558, la reina, ya gravemente enferma, autoriza por fin el enlace.

Los esponsales se celebran en diciembre, tras los funerales de la soberana. Su relación también era del agrado de Felipe II, que había nombrado al duque embajador en Londres, cargo que desempeña hasta 1559. Don Gómez era un hombre sencillo pero de gran personalidad y de espíritu abierto tanto en su vida pública como en la privada. En alguna ocasión el duque llegó a mostrar al rey su desacuerdo por los asuntos de Inglaterra. En cuanto a su matrimonio con Jane Dormer, la decisión no gustó nada a su familia, que le había elegido ya otra esposa y que, además, dudaba de la religiosidad de los ingleses (María Tudor había devuelto Inglaterra a la fe católica tras la ruptura de su padre, Enrique VIII). No había motivos, ella pertenecía a una de las familias más importantes de Inglaterra y como aseguraba alguien que la conoció, se trataba de una muy gentil señora y de muy santas costumbres.

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Duque de Feria

Gomes IV Suárez de Figueroa y Córdoba (1587-1634), III Duque de Feria (1607-1634)

Retrato del Duque de Feria. Óleo sobre lienzo. De pie y cuerpo entero, casi de frente a la izquierda, sobre fondo oscuro uniforme, bajo pabellón rojo, en traje de campaña, con media armadura, banda y bastón de mando. En bajo a la derecha, «El duque de Feria». Dimensiones: 2055 por 1180. (Anónimo español de la mitad del siglo XVII).

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Expugnación de Rheinfelden. Vicente Carducho

La expugnación de Rheinfelden conmemora la liberación de esta ciudad suiza por las tropas españolas al mando del duque de Feria, en 1633. Al igual que en las batallas de Constanza y Breisach, el ejército de Felipe IV seguía un plan, diseñado por el conde duque de Olivares para liberar la ruta del Rin del acoso de los suecos, que consistía en abrir un corredor estratégico para las tropas españolas entre Italia y los Países Bajos. Esta acción transcurrió durante la guerra de los Treinta Años, un conflicto de origen religioso que se convirtió en una lucha por la hegemonía europea.

Entre 1618 y 1648 no sólo se enfrentaron las naciones protestantes y católicas, sino también los representantes de los Estados territoriales y los príncipes, las ciudades imperiales y el emperador, los Habsburgo (o Austrias) y la dinastía francesa. Un año después de la batalla, Vicente Carducho la representó de una manera artificiosa y teatral: retrató al duque de Feria de pie y en primer plano, sobre un fondo donde se describen con demasiado detalle las vicisitudes del combate.

Gómez Suárez de Figueroa, tercer duque de Feria y general del ejército español, murió en 1634, poco después de protagonizar la hazaña pintada por Carducho. Nombrado gobernador de Milán por Felipe III, contribuyó decisivamente al fortalecimiento del llamado «Camino español», un corredor estratégico utilizado para las comunicaciones militares y el desplazamiento del ejército español entre Italia y Flandes.

Durante los últimos años del reinado de Felipe III aprovechó la revuelta de La Valtelina (valle de la Lombardia, en Italia, que unía Milán con Austria y estaba entonces ocupado por los suizos frisones), para establecer varias guarniciones y consolidar el control de la Corona sobre esta ruta militar.

En 1622 Felipe IV decidió abandonar La Valtelina, retirar su ejército y dejar el control del valle en manos del Papa para evitar una acción militar en Italia.

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El socorro de la plaza de Constanza. Vicente Carducho

Conmemora un episodio de la guerra de los Treinta Años, enmarcado en un plan que concibió el conde duque de Olivares para expulsar a los suecos y a sus aliados de la ruta del Rin y facilitar el movimiento del ejército español.
En 1633, y al mando del duque de Feria, las tropas de Felipe IV consiguieron liberar de su asedio a la ciudad suiza de Constanza. En este lienzo, obra tardía de Vicente Carducho (1634), el artista realizó una composición convencional y poco afortunada: en primer plano representó al duque de Feria a caballo, escoltado por sus soldados y por un pequeño paje.
Erguido sobre su caballo en corveta y con la bengala en la mano derecha, el general adopta una actitud triunfal y grandilocuente, que intenta rememorar sin éxito la solemne grandeza de los retratos ecuestres de los reyes pintados por Velázquez. Al fondo se describe la batalla con tal precisión que podemos distinguir los muros de la ciudad asediada y los movimientos de las tropas, aunque la obra pierde frescura y verosimilitud.

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El socorro de Brisach – Jusepe Leonardo

Leonardo fue el encargado de pintar dos de las doce telas de batallas que decoraban el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid, batallas en las que se ponía de manifiesto la supremacía española en Europa durante los primeros años del reinado de Felipe IV. Maino, Zurbarán, Velázquez o Pereda serán otros de los maestros que también trabajen en el Salón, posiblemente uno de los encargos más importantes realizados en aquellos momentos.
En al derecha de la composición se sitúa el duque de Feria a caballo, dirigiendo su mirada hacia el espectador y con el caballo encabritado, un símbolo del poder. Tras el comandante militar se sitúa la escolta de lanceros. En la izquierda de la escena encontramos un soldado que da informes a su general. El fondo se ocupa con la ciudad renana de Brisach, con el foso inundado y los defensores huyendo. En las afueras se ubica un fortín en llamas mientras las tropas españolas ocupan el campo.
La acción se produjo en el año 1633, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años.

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Castillo de Feria (ABLFC) Libreta escolar

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